Transfeminismos

El juez Rabbione no consideró como lesbicidio el triple crimen de Barracas

El lunes pasado fue el noveno aniversario de la primera marcha del Ni una menos. Los feminismos y diversidades marcharon en todo el país y uno de los temas que atravesó las distintas movilizaciones fue el repudio al triple lesbicidio y crimen de odio ocurrido el 5 de mayo pasado en el barrio porteño de Barracas.  El juez a cargo de la causa, Edmundo Rabbione, procesó Justo Fernando Barrientos por «homicidio doblemente agravado por alevosía y el uso de un medio idóneo para causar daño». No incluyó el agravante por «odio de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión» que plantea el Código Penal. Adriana Carrasco, periodista, militante y lesbiana feminista se refirió al tema y señaló que uno de los puntos a tener en cuenta es «cómo interroga la policía. En vez de preguntar cómo era la situación habitacional y más abiertamente, cuál pudo haber sido el móvil que, además, era obvio. Lo raro y disonante que tenían estas cuatro mujeres es que eran lesbianas. Y qué fueron a buscar. Le preguntaron a todo el mundo si eran conflictivas, o sea, si ellas se lo buscaron». Además, la periodista también advirtió que el crimen «también podría haber sido calificado como femicidio». Teniendo en cuenta que de los testimonios tomados por la policía no surja la figura de lesbicidio, de todos modos el juez «calificó el atentado contra la vida de Sofía como lesiones graves del artículo 40 del Código Penal, no calificó tentativa de homicidio agravado por alevosía y por haber puesto en peligro a las personas del hotel».

La causa seguirá su curso y Adriana Carrasco afirmó que «vamos a esperar que la fiscal tome testimonios y presente lo suyo y, en ese caso, el juez tendrá que decidir lo que va a hacer, porque la calificación puede cambiar. Quiero pensar bien del juez Rabbione y que entienda que la situación es clara». Por último, es clave considerar la precariedad laboral y habitacional en la que vivían las cuatro mujeres. «Estas chicas no estaban en la calle porque pudieron cooperar y alquilar una pieza de 3 por 2 entre las cuatro», destacó la periodista y añadió, «imaginate una cama matrimonial más otro colchón grande en el piso y encima con todos estos tipos. Y el estado psicológico en el que te deja esa presión constante. Es como que tenés que estar pidiendo permiso a los tipos para poder vivir y tenés que estar callada, con la cabeza agachada, te vuelve loca eso. Y no tener plata para poder irte a vivir a un lugar donde puedas estar sola y tranquila».

Producción: Pasadas por alto

Foto: Ariel Gutraich. Agencia Presentes