Peter Lewis y Jerry Booth – 20 de febrero de 2007.
En este libro los autores realizan un recorrido por los diferentes modelos que orientan el desarrollo de la radiodifusión a nivel mundial y analizan proyectos y experiencias en distintos lugares del mundo que corresponden a tres lógicas divergentes: la del estado, la del mercado y la de la sociedad civil. Aquí reproducimos algunos fragmentos para caracterizar, en trazos gruesos, a cada una de ellas.
El modelo de libre mercado es la radio financiada por la publicidad cuyo objetivo último es obtener un beneficio económico. Las redes pueden operarse mediante conglomerados con fines lucrativos indecisos, que como oportunidad provisional o como parte de un plan estratégico, usan el medio como trampolín para la adquisición
de otros negocios o lo utilizan como acicates para reducir impuestos en diferentes sectores o países.
Así se construyó el imperio Murdoch. La radio comercial debe adquirir y transmitir una programación que cueste lo menos posible y maximizar sus beneficios ofertando a los anunciantes y patrocinadores el acceso al más amplio número de consumidores potenciales; en un mercado especializado, el objetivo es alcanzar el mayor número posible de consumidores de un tipo particular. La necesidad de maximizar audiencias y conseguir economías de escala obliga a los operadores comerciales a agruparse para la realización de programas y la formación de redes. En lo que se refiere a la programación, si hay mercado, por ejemplo, para obras de teatro o documentales, periodismo de investigación o música contemporánea urbana, la radio comercial la proporcionará. La tendencia general de la programación de radio para audiencias de masas está, sin embargo, basada en la música, en la repetición de un limitado número de éxitos populares, complementados con charlas de presentadores e invitados, que a veces responden a los oyentes que telefonean al programa. Pero es el mercado quien, en última instancia, determina el tipo, volumen y tiempo de los programas a emitir.
Lo que está en la naturaleza misma del modelo comercial es tratar a los oyentes como consumidores cuya función principal es oír la publicidad para que reaccionen adquiriendo los productos y servicios anunciados.
La emisión de servicio público significaba bastante más que la función mínima del Comité Peacock a la que nos hemos referido antes. En la concepción original de Reif se distinguían cuatro elementos: un objetivo no lucrativo, la universalidad del servicio, el control unificado y el mantenimiento del nivel en la programación. Este último principio, como discutiremos más tarde en el capítulo 4, suponía considerar a la audiencia como miembros susceptibles de ser conducidos a ciertos niveles de placer mediante una mezcla de programación popular y seria.
La emisión de servicio público da a su audiencia el tratamiento de ciudadanos racionales, más que el de consumidores individuales motivados por el interés propio. Además los ciudadanos a los que va dirigida forman parte del estado- nación cuyo interés la organización representa, y cuyas fronteras marcan los límites del servicio.
El tipo de radio comunitaria surgió como contraste explícito a los dos modelos previos, o más bien a la práctica de instituciones históricas particulares y a los sistemas organizados en la línea que hemos resumido. Una diferencia clave es que, mientras en el servicio comercial y público trata a los oyentes como objetos que los anunciantes deben capturar, perfeccionar o informar, la radio comunitaria trata a sus oyentes como sujetos y como participantes.
Al igual que otros medios comunitarios, este tipo de radio es una crítica abierta o implícita a la radio imperante en cualquiera de sus dos modelos.
Acusan a los modelos establecidos de distorsión, omisión y marginalización de los puntos de vista de ciertos grupos sociales, y en la práctica de la radio comunitaria se intenta ofrecer a los oyentes el poder de controlar sus propias definiciones de sí mismos, de decidir las noticias y lo que es agradable o significativo sobre su propia cultura. La comunidad es definida geográficamente, o en términos de agrupaciones de interés, idioma, cultura o etnia. Muchas emisoras de radio pueden servir a múltiples comunidades que se superponen, y está en la esencia de este tipo de radio que cada comunidad o grupo de interés participe en la política de la emisora, en la producción de programas y en el funcionamiento. Esto se consigue mediante una variedad de estructuras democráticas que aseguran la representación tanto de oyentes como de personal remunerado o simple colaborador voluntario de la emisora en el consejo de administración. La presencia de voluntarios no es el resultado de cálculos ahorradores, sino un medio esencial para contactar con la comunidad
o comunidades implicadas, asegurando que estén representadas en el funcionamiento diario de la emisora. Las emisoras comunitarias de este tipo no tienen objetivos lucrativos y generalmente intentan diversificar su financiación para evitar la dependencia de cualquiera de sus fuentes de ingresos. La financiación pública, la suscripción de oyentes y la publicidad de un tipo y cantidad limitados constituyen la mayor fuente de ingresos en diferentes países, aunque son a menudo objeto de controversia por motivos pragmáticos o ideológicos en algunos lugares.
La radio comunitaria recalca el hecho de no ser comercial, y no comparte lo que se llamaría una actitud prescriptiva y paternalista del servicio público. En sus fuentes de financiación, aunque idealmente se esfuerzan por una financiación, por parte de su público, diferenciada de la habitual, se diferencia menos de las emisiones corrientes que en su pretensión de compartir el poder con sus oyentes en una estructura democrática.
Estos tres modelos son algo más que un sistema analítico de diferencias: política y
económicamente están comprometidos en una lucha mutua. La lógica del sistema comercial es copar nuevos mercados y extender sus fronteras para competir e incluso minar el dominio del servicio público. La lógica del servicio público es defender los territorios nacionales, las industrias y las identidades contra cualquier invasión. La lógica de la radio comunitaria es defender los derechos humanos contra las instrucciones de ambos, del Estado y del capital. •
Tomado de Lewis, Peter M. y Booth, Jerry. El medio invisible. Radio pública, privada, comercial y comunitaria. Barcelona, Paidós, 1992. Págs. 30 a 36.