Reseña y fragmentos.
Ximena Tordini – Colectivo La Tribu – 15 de junio de 2007.
11 de abril de 2002. Venezuela.
El día empezó con una marcha, convocada por la oposición, hacia la sede de PDVSA (Petróleos de Venezuela S.A). Finalmente, la protesta se encaminó hacia la sede de la Presidencia y culminó con enfrentamientos armados, 19 muertos y 100 heridos. Ya en la madrugada del 12 de abril Chávez fue trasladado a una base militar, se difundió la versión de que había renunciado y Pedro Carmona asumió la presidencia.
Chávez secuestrado. La libertad de expresión también.
Octubre de 2006. Cuatro años después, José Ignacio López Vigil escribe Golpe de radio. Los 3 días que transmitimos peligrosamente editado por la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER).
El libro relata los días del golpe desde el punto de vista de las y los comunicadores que integran Fe y Alegría, la red de radiodifusión venezolana que rompió el cerco informativo para contar lo que estaba sucediendo no sólo a su habitual audiencia sino a miles de personas en toda América Latina que siguieron la transmisión por ALER Satelital.
Hay muchos motivos para contar esta historia (y para leerla). Pepe Arévalo, coordinador en ese momento de dicho sistema satelital resume algunas de ellas en el prólogo de Golpe de radio: «Informativamente, en un esfuerzo combinado, logramos romper el cerco informativo alrededor de Venezuela que las grandes cadenas internacionales y algunos medios locales, especialmente en televisión, estaban construyendo. CNN hablaba entonces de la falta de control, de la lluvia de protestas y de la renuncia de Chávez.

Decía que había un proceso de toma del poder, pero a diferencia de otros casos, no mencionaba siquiera que lo que estaba ocurriendo en Venezuela era un golpe de Estado.» Al mismo tiempo, los grupos cercanos a Chávez en su desesperación también atacaban a los periodistas. «En medio de los dos frentes, hubo una posición independiente a los apetitos del poder, una red de radios que enfrentó el acontecimiento venezolano, -que desnudaba a unos y a otros-, actuando en nombre del interés general, no sólo del pueblo venezolano, sino también continental. La Red Informativa venezolana de Fe y Alegría en nombre de sus oyentes rompió el cerco.»
En casi 140 páginas, Golpe de radio cuenta esos días a partir de los testimonios de sus protagonistas. A continuación reproducimos algunos fragmentos. Por consultas sobre esta publicación sugerimos dirigirse a aler@aler.org
«El día 11 de abril de 2002 se dio un golpe mediático. ¿Acaso las armas que decidieron los hechos no fueron los micrófonos y las cámaras? El único movimiento armado de militares fue el desplazamiento inútil de unos tanques desde Fuerte Tiuna hacia el palacio presidencial de Miraflores para protegerlo de los golpistas y unos cuantos militares que tomaron la televisora de Estado, lo que selló el tiroteo mediático.
La singularidad de la Venezuela de abril 2002 es que lo esencial giró alrededor de los medios. Fueron el campo de batalla y las armas de la batalla al mismo tiempo. Los militares dieron el golpe a través de los medios desde el 7 de febrero, cuando el coronel Pedro Soto se alzó por televisión y luego vino el sucesivo ‘goteo’ mediático de oficiales golpistas, para ir preparando el ambiente. La marcha de la oposición el 11 de abril fue convocada, guiada y resaltada por los medios.»
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«Y mientras esto pasaba, mientras Venezuela se estremecía y la gente inundaba las calles de Caracas y de todas las ciudades del país, las televisoras pasaban muñequitos de Tom y Jerry. Repetían las declaraciones del día anterior de Carmona, que todo estaba tranquilo. Y más dibujos animados.
Globovision tiene un canal de sólo noticias. Y pusieron un programa de cocina. En el otro canal, béisbol de las Grandes Ligas. En el otro, una película gringa. Las radios igual, no informaban nada de nada. Un blackout completo.
Cuentan de un periodista extranjero que preguntaba a un académico nacional si existía libertad de expresión en Venezuela.
– No, no la hay. La tienen secuestrada los medios de comunicación.
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Alexander Hernández me llama urgente desde Maracaibo:
– Javier, tenemos cuadrada una entrevista
con Marisabel de Chávez. Ella está en Barquisimeto. Dame paso.
– ¿Cómo están tus hijos, Marisabel?
– Bueno, ahora mi hija está prendida de mis piernas. Mi hijo, bastante cansado. Es que hemos estado rodando y rodando en la misma ciudad. Yo tengo un día y medio dando vueltas en carro, escondida aquí en Barquisimeto, porque he tenido amenazas muy feas.
– ¿Allanaron su casa en Caracas?
– En Caracas tomaron todas nuestras cosas y las embolsaron. A lo mejor parece egoísta pensar en este momento en eso. Pero yo pienso: si me lo están haciendo a mi con las cosas personales, los libros de mi hijo, las cosas de mi hija, mi ropa, la del presidente, ¿qué estarán haciendo con el país? Es un saqueo institucionalizado. Y con el aval, lamentablemente, de los medios de comunicación nacionales, de las televisoras que se están prestando para tapar este golpe de Estado.
– Después que el Presidente Chávez fue detenido, ¿usted se ha podido comunicar con él?
– Yo conversé con él hasta ayer a media mañana. Él estaba incomunicado, pero parece que le prestaron un teléfono. Esa renuncia suya nunca se efectuó. Mi esposo me lo dijo tajantemente, que Monseñor Luis Azuaje y Monseñor Baltazar Porras, que estaban ahí, en Fuerte Tiuna, fueron testigos de primera mano de que él no había firmado. Y lo digo con mucho dolor, porque nunca pensé que unas autoridades eclesiásticas tan altas se prestaran para encubrir una mentira tan grande como ésta.
– ¿Su esposo no firmó?
– Mi esposo me dijo: Aun después de muerto quiero que logres que los organismos internacionales hagan una prueba de grafología a esa firma, si es que existe, porque yo nunca firmé nada. Me dijo: Mari, tienes que actuar porque el pueblo no se va a dejar arrebatar la soberanía. Haz saber por todos los medios que yo no renuncié.
– ¿Y usted, cómo se siente ahora?
– Indignada, al ver que este supuesto gobierno se quería levantar sobre la mentira de la renuncia de mi esposo. Ahí empezó todo. Porque estoy segura que el Alto Mando Militar fue vilmente engañado. ¿Por qué? Porque como estaban estos dos sacerdotes allí, a lo mejor pensaron que ellos eran incapaces de mentir.
– ¿Algo más que añadir?
– Esta emisora me da la oportunidad de decir lo que siento en mi corazón. Siento lo que significa el nombre de ustedes. Fe porque sí que Dios existe y nos lo ha demostrado. Alegría porque aunque pase lo que pase y termine esto como termine, he actuado en conciencia. Dios y la historia juzgarán lo que pasó aquí en Venezuela.»
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«De camino a casa, digo yo:
– Compremos los periódicos, a ver qué dicen de todo este terremoto político que hemos vivido.
Nos acercamos al kiosco y el único periódico es Últimas Noticias. ¿Y qué pasó con El Nacional, El Universal y los otros diarios? Ni sombra de ellos, no salió ninguna. ¿Y sabes por qué? Porque tenían ya preparada la nota con la juramentación del gabinete de Carmona. Las portadas ya estabn impresas. Tenían redactados unos reportajes terribles contra el gobierno de Chávez. Tenían la edición lista. ¡Tanto nadar para ahogarse en la orilla!.
Tomado de López Vigil, José Ignacio. Golpe de radio. Los 3 días que transmitimos peligrosamente. Venezuela, Aler, 2006.


