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La antena en bicicleta. Charla con Alfonso Gumucio Dragon.

Gastón Montells – Colectivo La Tribu – Diciembre de 2007.

«La imaginación es más importante que el conocimiento».

La frase le pertenece a Albert Einstein pero la cita Alfonso Gumucio en la Biblioteca de Santiago de Chile en el marco del Seminario Latinoamericano «Comunicación y Educación» organizado por el Proyecto RadioEscuela que llevan adelante Corporación La Morada y OXFAM en Chile y que Radio Tierra transmite al aire en directo para todo el mundo.

Por mundo se entiende la totalidad de lo existente: el universo, la humanidad y, por supuesto, la Tierra. En concreto, un conjunto humano organizado.

Un modo de organizar la existencia es por días. Por ejemplo, 9 de agosto, jueves.

Ese día Gumucio explica que si esa frase fuera de un artista o de un escritor no le llamaría la atención pero que la diga un científico de nombre Einstein es una cosa muy importante. «Es una valoración de la imaginación y de la creatividad por encima del simple conocimiento. La ciencia y todo eso no puede reemplazar lo que hace al hombre diferente a los animales que es la capacidad de inventar, de crear, de imaginar las cosas por eso me llamó la atención».

La capacidad de crear condiciones, incluso para crear, es una clave que también se debatió en esa jornada donde se pensaron articulaciones entre comunicación y educación, el lugar del conocimiento y la información y la diferencia sustancial entre productos y procesos, periodistas y comunicadores.

Gumucio, quien en 2001 publicó «Haciendo olas. Historias de comunicación participativa para el cambio social» donde se documentan una serie de casos nacidos de la investigación y relevamiento de experiencias comunicacionales de América Latina, Asia y Camilo Andrés Tamayo Gómez África, reflexionó sobre el estado actual de las instituciones educativas y los procesos de constitución de identidad de una comunidad.

«Yo no niego el papel que puede tener la educación a distancia o la radio escuela -dice Alfonso Gumucio-. La iglesia ha apoyado mucho, y está bien. Todo eso hace que de alguna manera el sistema educativo se democratice, llegue a más gente que no tiene acceso. El problema a mi juicio es que la educación está estancada, es que se ha convertido en una educación que ya no forma ciudadanos, ya no está nutriendo a la sociedad con el tipo de ciudadanos que requiere. Se ha convertido en un esquema muy frío, vertical y autoritario, donde un maestro sabe y los alumnos que no saben nada tienen que aprender».

Las escuelas son espacios públicos donde se construye sentido y se organiza el saber. Se elaboran matrices de comportamiento y modelos de acción. De esa manera Gumucio reacciona ante el desfasaje que las políticas educativas tienen con su época.

«Ese tipo de relación maestro- alumno, no tiene nada que ver con la sociedad en la que vivimos donde los jóvenes están aprendiendo muchas cosas en Internet, en sus relaciones sociales, en sus relaciones de pares. En ese sentido me preocupa a mi, sin ser educador sino comunicador, que la escuela se está quedando atrás y que no cumpla un rol importante para la sociedad. Yo creo que nosotros los comunicadores que aprendimos tanto, no de la escuela pero sí de los pensadores de la educación, como Freire, tenemos que devolverle a la educación, a la población, al aprendizaje, lo que hemos aprendido de estos y la paradoja es que el sistema educativo actual no haya aprendido de estos pensadores y seamos los comunicadores quienes los rescatemos».

Gumucio enfatiza la diferencia entre las tareas del periodista y las del comunicador. Le gusta decir que cuando él «está de periodista» funciona de un modo distinto que cuando «está de comunicador». Desde este rol «estoy facilitando un proceso y haciendo que la propia gente diga lo que quiere decir, y cuando estoy de periodista digo lo que me viene en gana porque es mi opinión y asumo yo la responsabilidad y estoy trabajando en mensajes: un articulo, un video, etc.»

Mensajes y procesos son la dinámica de los mapas de comunicación. Espacios de producción de sentido pero además de construcción de costumbres y prácticas de estabilidad de una narración cotidiana.

Alfonso Gumucio Dagron se reconoce un fanático de las radios comunitarias, sobretodo porque considera que es el medio más inmediato donde la gente puede apropiarse del proceso de comunicación.

«Apropiarse de un proceso de comunicación con una tecnología un poco más sofisticada es difícil. En cambio si los mineros bolivianos pudieron apropiarse de las radios, si los campesinos de Perú y Ecuador pudieron, eso significa que cualquier comunidad sin necesidad de haber pasado por un sistema de alfabetización de lecto- escritura en la escuela, puede hacer comunicación. Una comunicación que rescata su identidad, que la fortalece, que hace sentir sus voces para hablar de una manera más horizontal con quienes tienen que lidiar. Esa es la parte importante, porque uno habla mucho de diálogo en el desarrollo pero no puede haber diálogo si hay voces que están disminuidas. Para que haya un diálogo tienen que ser horizontal. Entonces cuando se habla de participación o acceso en los proyectos de desarrollo y las comunidades no están fortalecidas en sus voces como para dialogar no puede haber un verdadero diálogo. En ese sentido la radio comunitaria no necesita pruebas, se ha probado a si misma: 10 mil radios en América Latina y ahora surgiendo en Asia y en África muestran que es un instrumento que facilita procesos de comunicación que hasta ahora ningún otro medio los puede dar.»

En el marco de cumplirse sesenta años de las radios comunitarias en América Latina, Gumucio hace un recorrido por los proyectos de las radios y reconoce dos preocupaciones.

«Una preocupación es la legislación. Hubo una época en que estábamos creando radios y trabajando en radios en cualquier contexto, contra las dictaduras, no importaba, lo hacíamos, nos cerraban, volvíamos a abrirlas, en África, en el apartheid. Ahora vivimos en democracia en casi todos los países y necesitamos un espacio legítimo, de reconocimiento legal. Necesitamos que las radios comunitarias tengan el apoyo del estado porque están cumpliendo una función social como la cumple una biblioteca o la educación. Entonces en ese sentido tiene que haber una legislación que no sólo las reconozca para limitarlas sino para apoyarlas». Pero además, continúa, «y ésta es la otra preocupación, están surgiendo demasiados proyectos de radios que bajo el paraguas de comunitarias están haciendo otras cosas.»

En Cara y señal 7, la publicación de AMARC ALC de septiembre de este año, el mismo Gumucio escribe sobre los criterios que permiten identificar a una radio comunitaria y subraya tres principales: participación y apropiación, pertinencia linguística y cultural y desarrollo de contenidos locales. Esos parámetros ayudarían a organizar una definición, un abordaje al análisis de este tipo de emisoras de organizaciones sociales sin fines de lucro.

«Uno tiene las radios evangelistas que han crecido de una manera pavorosa en toda América Latina, en África, en Asia, que están dividiendo las comunidades. El caso es muy diferente, nosotros no lo sentíamos antes porque trabajábamos con los curas católicos que de alguna manera no estaban predicando, estaban haciendo labor social entonces era muy fácil hablar de temas sociales y no de catolicismo y de Cristo y de la Virgen y demás. Las radios evangelistas tienen otro tipo de contenidos. Están en otra cosa y están acaparando las frecuencias. Tienen dinero, pueden entrar. Lo mismo pasa en la televisión con el televangelismo.»

«Yo si creo, sigue Gumucio, que la legislación si bien no tiene que tener una definición de lo que es radio comunitaria porque ni tú ni yo podemos arrogarnos el derecho a decir esta es la definición de radio comunitaria, tienen que tener ciertos criterios: que pertenezca a la comunidad, en el sentido no del equipo pero sí la frecuencia y el proceso de comunicación. Que las decisiones del proceso de comunicación las tome la comunidad no una ONG, no la iglesia. Las toma la comunidad que recoge a la gente que va a trabajar en eso. Otro lo que es la producción de contenidos locales. Me parece fundamental. Una radio que se dice comunitaria y que sólo pasa música y cualquier música sin criterios 24 horas al día, no me parece que esté cumpliendo la función social. Una radio que pasa música local, que pasa entrevistas con los ancianos de la comunidad, un nivel mínimo de producción no necesita ser sofisticado, pero por lo menos testimonios de la comunidad rescatando la historia, la memoria, la identidad de la comunidad. Esa radio me parece que es comunitaria. Tercero el problema de la lengua, la pertinencia cultural. Eso especialmente en las comunidades indígenas es muy importante. Luego todo lo que es la tecnología apropiada.»

Sobre este punto establece una consideración ante la relación de los proyectos comunicacionales de las radios comunitarias y sus estrategias de gestión y financiamiento. «Yo he visto demasiados proyectos que han fracasado porque les regalan equipos que al cabo de tres o cuatro años tienen que ser renovados, y no hay capital para renovarlos, entonces yo siempre digo que para ir a comprar pan a la esquina hay que ir a pie, para ir a cinco cuadras agarrar la bicicleta y para ir a un kilómetro quizás tomar el bus pero no empezar con el bus para ir a comprar pan a la esquina. Esos procesos hay que racionalizarlos y hay mucha distorsión porque a veces hay mucha ayuda internacional y por hacer bien se hace mal, dotando a comunidades que no tienen capacidad todavía de apropiarse de un proceso de comunicación. La comunicación como proceso debería ir por pasos.»

Distinguir cuáles son radios comunitarias y cuáles, en su nombre, gestionan emprendimientos comerciales o con fines específicos a los intereses de una institución que tiene como proyecto multiplicar su dogma, es un punto decisivo en la caracterización que Alfonso Gumucio hace como tarea de esta época comunicacional.

La foto de Einstein en bicicleta es significativa para estas anotaciones. No tanto porque se diga que sobre ella descubrió la teoría de la relatividad sino porque el único modo de mantener un equilibrio es seguir moviéndose.

Sesenta años de radios comunitarias son evidencia de autoridad para escribir en este último renglón que un otro equilibrio de las cosas tiene 720 meses de confirmaciones.

Alfonso Gumucio Dagron es boliviano y hace 30 años que trabaja en Comunicación para el desarrollo. www.geocities.com/agumucio/

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