Política

«Que se vayan todos como una formulación para reponer el poder capitalista global»

En su último libro «Nada que esperar. Historia de una amistad política», el sociólogo y escritor, Sebastián Scolnik reflexiona en torno al estallido del 2001 y su vigencia para analizar el contexto actual. «El 2001 fue la gran hendidura del último cuarto de siglo, por lo menos, y tiene que ver con que se puso en estado de suspensión y de interrogación todo el funcionamiento de las instituciones, la sociedad del trabajo, la representación política, la cuestión financiera, el conjunto de dimensiones que abarcan la vida se pusieron en suspensión«, y añadió que «esas preguntas que hizo el 2001 no se resolvieron plenamente porque de alguna manera Milei las retoma, pero en lugar de tomarlas en el sentido que estaban formuladas: para producir una hendidura en el capitalismo y en la producción de una política popular de la distribución de los bienes y de las decisiones políticas; Milei y su grupo toman esos puntos, como el «que se vayan todos», y la crítica a la casta como una formulación para reponer el poder capitalista global. Es una perversión porque en vez de dar lugar al desarrollo de una política popular se lo hace para reforzar una jerarquía propietaria«.

En este sentido, Scolnik señaló que «este movimiento inicial, que fue elemental para la supervivencia del kirchnerismo, terminó generando una política de encuadramiento, de obediencia y una fusión entre el Estado y las demandas que es muy problemática porque se pasó de un esquema de creación popular a un esquema de obediencia y de consigna«. En este aspecto el autor de «Nada que esperar» sostuvo que «ese esquema de obediencia produjo un tipo de militancia retórica, imaginaria que trabajaba en las redes sociales, que hacía contra cultura y distintas cosas, pero no se trataba de elaborar la política y el mundo desde abajo. Ahí está un poco la clave del asunto, porque el «mileismo» vino a traer una especie de venganza contra la promesa no consumada que el kirchnerismo hizo. Y ahí hay un punto que está en la base de esta desconfianza hacia el discurso del Estado«.

En este contexto, Scolnik advirtió que «hay una derrota de la política en los cuerpos. La comunicación pasó a autonomizarse de los cuerpos concretos y de las políticas concretas y terminó armando una burbuja imaginaria. Y esa burbuja, que está segmentada como todos los mercados, se regodeaba hablándole a los iguales«. En esas condiciones de posibilidad, el sociólogo considera que «ahí fue surgiendo una cosa muy complicada que es como una especie de negatividad sobre el presente y que termina tomando la forma de una especie de neofascismo, lo nombramos así provisoriamente, que confisca la lengua de las experiencias emancipatorias del pasado para ponerlas al servicio de una nueva jerarquía social«.

Después del resultado de las elecciones en primera vuelta que consolidaron a Sergio Massa como el candidato más votado para enfrentar el balotaje el próximo 19 de noviembre, Sebastián Scolnik reflexionó en torno a un escenario posible por venir y recordó que «hace un año el embajador de Estados Unidos dijo que había que armar un bloque del 70 por ciento de los votantes para empezar a discutir la participación argentina en el mercado mundial, que tiene que ver con Vaca Muerta, el litio y la soja. Creo que Massa es el exponente más fiel que quedó en pie de esa política, el otro era Larreta, y lo que sí me parece que se le fue de las manos es el asunto Milei«. Los resultados del domingo pasado también consagraron como el gran ganador al gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, en relación a su rol Scolnik afirmó que «es muy importante el triunfo de Kicillof, en tanto y en cuanto no deje morir las preguntas que surgieron con Milei, porque fue para mi el espejo que se armó en frente nuestro para poder percibir aquello que se veía por todos lados pero que no alcanzábamos ni siquiera a ver«.

Producción: Algo con erre

Foto: Unión por la Patria

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