El 18 de septiembre se cumplieron 18 años de la segunda desaparición de Jorge Julio López. En octubre de 1976 fue secuestrado por un grupo de tareas de la dictadura junto a otras personas. Tenía 45 años, era albañil y militante peronista de una Unidad Básica en Los Hornos, La Plata. 30 años después, López declaró como testigo y querellante en el juicio por delitos de lesa humanidad contra el genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz, el policía bonaerense responsable de la patota que secuestró a Julio la primera vez. Desde el 18 de septiembre, un día antes de la lectura del veredicto, Julio López continúa desaparecido en democracia.
Myriam Bregman, abogada de Julio López, integrante del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CePrdoDH) y dirigenta nacional del Partido de los Trabajadores Socialistas, reflexionó sobre estos 18 años sin López y sobre el impacto que generó la desaparición en aquel momento.»Generó muchas cosas porque se da en el contexto del primer juicio de lesa humanidad después de anuladas las leyes de obediencia de vida y punto final», recordó la ex diputada. «Es decir, comenzaban los juicios, había una revuelta enorme alrededor de ese tema porque ya empezaban a delinearse Cecilia Pando, Victoria Villarruel, todo ese sector que hoy tenemos en la vicepresidencia de la nación, que empezaban a ir a los juicios. Los genocidas empezaban a hacer sus estrategias para evitar la condena e ir presos y del otro lado todo un movimiento social que decíamos, llegó la hora de empezar a pelear por juicio y castigo verdaderamente. No solo los 24 de marzo marchando y reclamando, sino la posibilidad de estar sentados frente a un juicio oral y que los genocidas sean juzgados».
Bregman también recordó el rol de los poderes del Estado en este primer juicio y comentó que se hizo «en forma muy fraccionada, esto también repercute en el impacto que tiene en los testigos porque era un grupo de casos que fue nada más a juicio. Si Etchecolatz hubiese sido juzgado por todo el circuito represivo que integró no se necesitaban testigos que tuvieran prácticamente toda la carga de la prueba sobre sí mismos. Se hizo sin apertura de los archivos de la represión, con lo cual, el testimonio de los sobrevivientes hasta el día de hoy sigue siendo la prueba fundamental. Es decir, se hizo en las condiciones en que logramos que se abran los juicios pero no mucho más que eso, no es que todo el aparato de Estado, Gobierno, Poder Judicial y demás, se pusieron a la altura o, incluso, el Poder Legislativo de exigir la apertura de los archivos. No es que todo el aparato estatal se puso a la altura de lo que teníamos que enfrentar. Y las patotas seguían actuando, nosotros lo decíamos y tampoco era una frase hecha, y volvieron a actuar atacando y secuestrando a Julio e intentando con esto que no siguieran adelante los juicios de lesa humanidad que recién comenzaban».
«El impacto en primer momento fue grande», recordó Myriam Bregman, «y ahí desde los sectores del gobierno o más cercanos al gobierno se intentó negar, se intentó pasarlo como un hecho común, pero la conmoción era muy grande y creo que si alguna cosa hicimos bien desde las querellas que acompañábamos a Julio, desde los colectivos Justicia Ya, el Encuentro Memoria Verdad y Justicia, la Multisectorial de La Plata, que éramos quiénes estábamos al rededor de estos procesos, fue salir a la calle a reclamar y decirlo con todas las palabras y decir que íbamos a luchar, exigir justicia, investigar, señalar las pruebas, señalar dónde estaban los responsables. Esto evitó una catarata de deserciones, creo que la fuerza que se mostró, la unidad en la calle evitó que nuevos testigos dijeran no voy a declarar. Los juicios se mantuvieron y los testigos siguen declarando».
En cuanto a la forma de implicancia del poder político de la época, Bregman recordó las palabras del por entonces ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires «León Arslanian, lo dijo bastante sencillamente. Dijo que había que priorizar la gobernabilidad de la bonaerense y evidentemente la investigación de este caso llevaba a investigar a la policía bonaerense y se eligió, eligió el gobierno nacional, el gobierno provincial. Evidentemente no era de fácil resolución, como siempre decimos, no estamos hablando como se presentan ellos como viejitos pobrecitos aislados, estamos hablando de genocidas que siguen teniendo su relación con las fuerzas armadas y de seguridad actuales, con relaciones, con patotas, etc. Evidentemente priorizaron eso, la relación con la policía bonaerense y no saber qué pasó con Julio; dar con Julio López, porque ahora lo decimos a 18 años pero imaginen lo que fue para nosotros, para nosotras, esos primeros días, semanas, meses», afirmó la abogada de Julio López.
Por último, Myriam Bregman señaló que «no estamos hablando de cosas del pasado, estamos hablando de genocidas que siguen peleando por su impunidad con las herramientas que tienen a mano. Estamos hablando de una vicepresidenta que ya aparecía en las anotaciones de Etchecolatz de aquel momento y que iba a las audiencias con todo el grupo de los que querían insultarnos, agredirnos, impedir que los juicios se realizaran con total normalidad. Entonces, son cosas que siguen influyendo en el presente, ni que hablar de ese secreto más terrible que se están llevando a la tumba, que se llevó Etchecolatz, que es la apropiación de bebés. Eso no es del pasado, hoy siguen esas personas con la identidad cambiada. Ellos siguen reivindicando lo que hicieron, con lo cual, consideran que su detención es totalmente injusta. Ahora, el problema es que haya diputados que vayan a acompañarlos en esa cruzada, por eso es tan grave lo que ocurrió».
Producción: Pasadas por alto
Foto: IG Myriam Bregman