A fines de la década del ´70 el venezolano Antonio Pasquali escribió Comprender la comunicación, libro que desarrolla la diferencia conceptual entre “comunicación” e “información”. En ese recorrido, se destacan la noción de diálogo como intercambio bivalente entre las personas y el llamado a no reducir los procesos comunicacionales a los “medios de información”.
Sin la misma elaboración conceptual, estas ideas subyacen en muchos proyectos -como radios o televisoras- que se proponen comprender a la comunicación como el espacio de las conversaciones con las que construimos el mundo. Reproducimos aquí algunos fragmentos.
Imaginemos nosotros también -como lo han hecho tantos escritores- una variación al tema de Robinson Crusoe de Defoe (que a su vez es una variación al milenatrios tema del naúfrago: Noé, Ulises, Eneas, Gulliver, etc.). Imaginemos una isla llena de Robinsones, quienes por un extraño maleficio estuvieran en la más absoluta incapacidad de comunicarse. Ellos cohabitarían o coexistirían (proximidad en el espacio y en el tiempo), pero evidentemente no convivirían. Estarían “próximos”, más no serían “prójimos”. Un observador que los mirara desde un helicóptero pensaría seguramente que en la isla vive una sociedad de hombres, pero la inferencia sería del todo absurda, pues la incapacidad de saber-uno-del-otro y de comunicarse, impediría la formación de cualquier microestructura social. Entes incomunicados -aún en grupo- no pueden constituir formas sociales. Para que el hombre alcance su condición de “animal político” (esto es, de ser conviviente en una “polis” o ciudad), el requisito es que se ponga en acto o en práctica su virtualidad comunicativa, o posiibilidad de saber-del-otro y de hacer saber de él.
El latín y los idiomas romances han conservado, afortunadamente, el especial significado de un término griego (el de “Koinoonía”) que significa a la vez COMUNICACIÓN y COMUNIDAD. También en castellano el radical COMUN es compartido por los términos COMUNicación y COMUNidad. Ello indica a nivel etimológico la estrecha inherencia siempre establecida entre “comunicarse” y “estar en comunidad”, que no ofrece mayores dificultades a la comprensión por formar parte de nuestro bagaje lingüístico- conceptual. Se “está en comunidad” porque “se pone algo en común” a través de la “comunicación”. Lo que debe fijarse con claridad es la idea de que “poner en común” derechos y deberes, bienes y servicios, creencias y formas de vida (todo lo que constituye la esencia de la convivencia, de la comunidad y de la sociabilidad humanas), pasa por la capacidad previa de comunicarse, y depende del modo, forma y condiciones de dicha comunicación.
La Comunicación no es, pues, un epifenómeno agregado y sucesivo a la convivencia, sino un factum realmente esencial, intrínseco a la esencia misma del hombre como animal social, resultando poco pertinente, ingenuo o ideológimante mal intencionado reducirla a un discurso de comprensión de los medios.
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De las innumerables formas, códigos y medios de comunicación entre los hombres: de la mímica al jeroglífico, de la obra de arte al lenguaje culto, de la señalética del boy scout a la simbología matemática, de la fotografía a la televisión, no todas facilitan una auténtica relación de comunicación en el sentido señalado anteriormente.
La relación de comunicación soberana y por excelencia es el DIÁLOGO; no el seudo-diálogo entre un padre autoritario y el hijo, el verdugo y la víctima, un anunciante de productos y el consumidor, un jefe de Estado y los periodistas en rueda de prensa oficial, sino el verdadero diálogo inter pares, en plena libertad, sin prevaricaciones ocultas o evidentes ni argumentos prohibidos, entre interlocutores no programados para respuestas estandarizadas, dispuestos a alcanzar dialécticamente una verdad superior a la de sus respectivos puntos de vista iniciales y en condiciones públicas o privadas elegidas sin coacciones. Sólo en el auténtico diálogo políticamente hablando, se dan por ejemplo las condiciones de una verdadera democracia (lo medular de un régimen verdaderamente democrático reside en el mantenimiento de un puro diálogo entre el Poder y una Opinión Pública libre, no contaminada por condicionamientos, coacciones, compulsiones o lavados de cerebros previos.)
Debe comprenderse con toda claridad que por razones técnicas y de uso político-económico, muchos “medios de comunicación” modernos impiden de hecho una auténtica “acción recíproca entre agente y paciente”. Si el teléfono sólo resta al diálogo la presencia gestual del interlocutor y algo de la calidad acústica de los mensajes (siempre y cuando no esté bajo control), la Radio y la Televisión en cambio, funcionan de hecho como diodos, esto es, como aquellos elementos electrónicos que sólo permiten el paso de los electrones en un sólo sentido, y no a la inversa. Radio y TV son “interlocutores” en un “diálogo” espurio en que sólo habla quien controla los medios, a una masa de “interlocutores” mudos que sólo reciben mensajes, sin contrarréplica. ¿Qué clase de “relación de comunicación” establecen, pues, la Radio y la TV? ¿Es ella auténtica “relación de comunicación”, o no será más bien una relación degradada a “relación de causalidad” con los contralores de los medios actuando como causantes de efectos que desean suscitar en el perceptor? ¿Podemos llamarlos propiamente “medios de comunicación”, o no deberemos acudir a fórmulas como “medio de información” o “medios de difusión” cada vez que la “relación de comunidad” degrada hacia una “relación de causalidad”? En tales casos, ¿el “mensaje” como trozo de diálogo, no quedará a su vez degradado a mera “información ordenadora” o “alocución”, forma de decir dando órdenes?
Esto suscita el problema de la gran ambigüedad y confusión en el uso de términos como “comunicación” e “información” que intentaremos despejar de la manera siguiente: Es indudable que, tanto en el caso de la comunicación como de la información, existe un elemento común, que es un proceso de envío de mensajes. Mas para nosotros, Relación de comunicación sólo es aquella que -prescidiendo del medio o aparato empleado para facilitarla- comporta el uso de canales naturales en las fases extremas de envío- recepción, un proceso de elaboración ycomprensión mental del mensaje enviado- recibido, la producción de efectos de convivencia, y una situación de auténtica acción recíproca entre agente y paciente (entre transmisor- receptor de mensajes o interlocutores).
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Por INFORMACIÓN debe entenderse todo proceso de envío unidireccional o bidireccional de información- orden a receptores predispuestos para una descodificación- interpretación excluyente, y para desencadenar respuestas preprogramadas. Un doble flujo de comunicaciones no es aun comunicación.
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COMUNICACIÓN es la relación comunitaria humana consistente en la emisión-recepción de mensajes entre interlocutores en estado de total reciprocidad, siendo por ello un factor esencial de convivencia y un elemento determinante de las formas que asume la sociabilidad del hombre.
Tomado de Pasquali, Antonio. Comprender la comunicación. Caracas, Monte Ávila Editores, 1990. Págs 43 a 52.