Transfeminismos Violencia institucional

Una acción legal travesti trans contra la violencia institucional

El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) junto al Archivo de la Memoria Trans impulsaron un ampara para que se garantice el derecho a la seguridad social de las integrantes del colectivo travesti trans mayores de 50 años. La iniciativa busca la reparación integral por parte del Estado ante la violencia institucional que sufrieron durante décadas y cuyas consecuencias persisten en la actualidad.

Lara Maria Bertolini, activista y autora del libro «Soberanía Travesti, una Identidad argentina», trabajadora del Ministerio Público y estudiante de derecho en la Universidad Nacional de Avellaneda, comentó cómo inicio la iniciativa. «Esta acción surge hace bastante años, porque fue realmente toda una gesta, con trans exiliadas argentinas que veían esta cuestión que ha sucedido en ese impasse democrático donde no se nos tuvo en cuenta. Hace poco tiempo se reconoció los delitos de lesa humanidad para compañeras trans sobrevivientes del Pozo de Banfield y se pudo establecer que la acción de persecución, exterminio, tortura y todo tipo de vejaciones estuvo involucrada las fuerzas del Estado contra la comunidad travesti».

«Estas acciones sucedieron a lo largo del tiempo también en democracia», afirmó Lara Bertolini, «porque los mismos edictos policiales y sus modificaciones, que se realizaron para ejecutarlo también en las provincias y en los municipios de toda la Argentina, hicieron posible que esos edictos, primero por decreto y luego por decreto ley para ser aplicable en todo el territorio argentino dure hasta el año 1997, si bien se hizo una modificación y se proclamaron con los códigos contravencionales, estos no hicieron más que disfrazar la situación que continúa hasta el 2012. Ahí es donde nosotras decimos qué pasó con los derechos humanos de las compañeras trans sobreviviente de 1983 al 2012 donde no sólo se aplicaron estos edictos policiales, sino que en las provincias, incluso con la derogación de los edictos en el año 1997, se siguieron aplicando hasta hace pocos años», advirtió la activista.

Por otra parte, Lara Bertolini se refirió a los años de democracia para la comunidad travesti trans desde 1983 hasta la sanción de la Ley de Identidad de Género. En este sentido, la activista señaló que, «tenemos conocimiento de que el acceso a la salud o la vivienda y la educación que, todo el colectivo y parte de la de la sociedad ya está entendiendo que era no era aplicable a nuestras existencias, sumale eso la persecución y sumale las décadas de persecución. Entonces cuando la población argentina en general festejaba la llegada de la democracia para nosotras no hubo tal democracia. Es como que nos pasó por un costado, porque los mismos métodos de persecución, tortura, abusos y asesinatos siguió en continuo, y ese continuo, se estableció hasta la llegada de la Ley de Identidad de Género que, como dicen muchas compañeras fue la llegada de la democracia para las trans».

Finalmente, Bertolini advierte que «las 13 peticionantes, tanto exiliadas como de todo el territorio argentino, mayores de 50 años y con sus legajos policiales en mano, que eso es lo más importante, gracias en el trabajo articulado de las compañeras que ayudaron a buscar a otras y hacer los trámites de la búsqueda de estos prontuarios, de estos archivos, es como también pudimos establecer esta petición». Lara también destacó la importancia del Archivo de la Memoria trans como instrumento legal y para historizar lo sucedido con la población trans en el país. Por último, también afirmó que pudieron identificar «los grados de violencia, variaban de acuerdo a la acción territorial que había de las fuerzas y la tradición también social de poder insultarnos, golpearnos, estigmatizarnos porque también hay una responsabilidad social esto. Encontramos que hay un avance lento y paulatino de la aplicación de la Ley de Identidad de Género y sus vertientes, como la ley del cupo laboral trans, el plan médico obligatorio que en su fórmula legal hacen que, aquel principio que pensábamos era un acceso a derechos, es poder prolongar nuestras existencias y que nos quitemos el mantra de repetición de que nuestro promedio de vida es de 35 o 40 años».

Producción: Algo con erre

Foto: CELS